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52 Asamblea de la OEA abordará expulsión de delegación de oposición venezolana

52 Asamblea de la OEA abordará expulsión de delegación de oposición venezolana
Juan Guaidó, líder opositor venezolano (EFE)
Lea aquí la columna de opinión de Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y miembro del Cuerpo de Paz de Noruega.

Por: Arturo McFields Yescas, exmbajador ante la OEA y autor fue miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK)

A medida que la izquierda radical se fortalece, la agenda de derechos humanos y democracia en la OEA se debilita, reflejando una renovada simpatía por las dictaduras de Cuba y Venezuela.

Esta semana se celebra en Perú la 52 Asamblea General de la OEA, abordando temas como discriminación, desarrollo inclusivo, salud, seguridad alimentaria y otros. El evento de tres días evidencia claramente que la Organización de los Estados Americanos ya no es la misma de hace cinco años. La democracia y los derechos humanos no son su principal prioridad, sino la reestructuración ideológica de la OEA, con nuevos jugadores en la cancha, los que impulsan un giro de timón a la izquierda más complaciente con los dictadores de Cuba y Venezuela.

A penas ayer, Antigua y Barbuda, junto con México, Bolivia, Barbados y otros países caribeños, presentaron una resolución denominada: “Revocación de la aceptación de un representante permanente ante la OEA designado por la Asamblea Nacional de Venezuela en enero de 2019”.  El documento busca acallar la voz de la oposición de Venezuela en la OEA por considerarla ilegitima, da un reconocimiento implícito a Nicolás Maduro y allana el camino para un eventual retorno de un representante del dictador bananero. La propuesta aduce que la resolución “La situación de Venezuela y la crisis de migrantes venezolanos”, con la que se aceptó a un representante de Juan Guaidó ante la OEA en enero de 2019, no concuerda con las disposiciones de la Carta de dicha Organización. Lo más triste es que esta resolución podría ser aprobada en “la nueva OEA”.

Quiero dejar claro que la iniciativa no es un mero golpe contra Guaidó, sino contra el pueblo venezolano. Tan solo recordemos que, hace unos días la Misión Internacional Independiente de la ONU, confirmó los graves delitos y violaciones a los derechos humanos perpetrados por el régimen de Maduro, incluidos la tortura, las violaciones sexuales y todo un catálogo de crímenes de lesa humanidad.

Por otro lado, la 52 Asamblea General de la OEA no dirá una sola palabra sobre la nueva ola de actos represivos que tienen lugar en estos días en Cuba. En la isla mujeres y niños son arrestados por igual ante las hordas represivas de la dictadura de Miguel Díaz-Canel quien ha dicho que protestas es “inconstitucional”.  El régimen ha cortado el servicio de internet y ha puesto la mordaza en todos los medios, sin embargo, nada ha impedido que la verdad salga a la luz: ¡En Cuba el pueblo pide LIBERTAD!

El planteamiento de Petro

El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, no parece estar muy interesado en los derechos humanos sino en la integración sin integridad. El líder colombiano ha invitado sin ningún rubor a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua a volver al Sistema Interamericano. Esto significa que vuelvan a casa, para construir una OEA muy similar e incluso peor a la que había soñado e instaurado Hugo Chávez.

Van por la OEA

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fundada en febrero de 2010, fue un barco que nunca zarpó. No cuenta con una sede, con presupuesto, con un liderazgo firme, ni mucho menos con un plan de acción claro y realizable. Ante este fallido intento de organización, la estrategia de la izquierda radical es aprovechar el vehículo de la OEA para impulsar una nueva agenda hemisférica, a la medida de sus aspiraciones siniestras.

Un hemisferio en crisis

La 52 Asamblea General de la OEA podría quedar en un mero evento diplomático con protocolo oficial, cena de gala y foto de familia. Insisto, no se pasará revista a temas apremiantes, urgentes como la militarización de la seguridad en México, la corrupción en Perú y Guatemala, la anunciada reelección ilegal de Nayib Bukele en El Salvador o la politización de la justicia en Bolivia.

En medio de este panorama sombrío y desolador, existe un rayo de esperanza. Los Estados miembros de la OEA, en su abrumadora mayoría, coinciden en que la situación de Nicaragua es demasiado rampante y atroz para ser obviada en este foro hemisférico. Este pequeño pero relevante gesto, me hace creer que hay luz al final del túnel y que quizás no todo este perdido en la 52 Asamblea General de la OEA. Veremos.


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