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La caída de Evo Morales y los peligrosos juegos de tronos en Bolivia

Lea aquí la columna de opinión de Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y miembro del Cuerpo de Paz de Noruega.

Bolivia va a elecciones generales en 2025, sin embargo, durante los últimos dos años Evo Morales y su antiguo amigo, el Presidente Luis Arce, han mantenido una encarnizada contienda por la candidatura a la Casa de los Pueblos. Una reyerta por el poder en la que se vale todo.

La reelección de tiranos no es un derecho humano. El año pasado Bolivia y América Latina recibieron una noticia extraordinaria: el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), vetó la candidatura de Morales y estableció que “la reelección indefinida no existe y no es un derecho humano”.

La adicción al poder. La expresidenta Jeanine Áñez lo dijo así: “Punto final al delirio de Evo Morales de reelegirse por siempre. Montó fraude electoral en 2019, violó la Constitución y el Referéndum del 21 de febrero. Deberá responder ante la justicia por sus delitos, instigación a la violencia y vacío de poder”.

Pide observación internacional. El caudillo cocalero ha suplicado la intervención de veedores internacionales y “amigos de Bolivia”, ante las supuestas arbitrariedades y violaciones de su derecho a correr para presidente por quinta ocasión. Un descaro total.

El Movimiento al Socialismo no sabe producir riqueza y menos administrarla. Las Reservas Internacionales Netas (RIN) de Bolivia cerraron el 2023 en 1.709 millones de dólares (la cifra

más baja en 17 años), mientras la producción de gas, una fuente de divisas clave, se desploma por la ineficiencia del gobierno.

Bolivia es el tercer país productor de coca en Sudamérica. En la lucha de poderes, el Presidente Luis Arce ha aumentado el número de operativos antidrogas, un golpe indirecto a las finanzas de los cocaleros simpatizantes de su mayor enemigo, Evo Morales.

Amistades peligrosas. En los últimos años Bolivia ha hipotecado su futuro ante China y Rusia, ofreciendo recursos estratégicos como el oro, uranio, litio y gas. Bolivia ha roto relaciones con Israel y ha fortalecido acuerdos militares con Irán. Un juego geopolítico de alto voltaje.

La influencia de Evo Morales y los más de 200 presos políticos. Los datos más conservadores indican que en Bolivia existen al menos 200 prisioneros, entre ellos el gobernador de Santa Cruz, Luis Camacho y la expresidenta Jeanine Áñez, condenada a 10 años de prisión.

Persecución religiosa al estilo Daniel Ortega. En 2023 la Procuraduría General del Estado (PGE), intentó llevar a los tribunales a varios obispos para declarar como “testigos” por el supuesto golpe contra Evo Morales. Afortunadamente ese intento fracasó.

Tras el modelo de Cuba, Nicaragua y Venezuela

El desastre de 65 años de dictadura en Cuba es un espejo para Bolivia. Un estado policial con más de 1,000 presos políticos. La economía es un fracaso monumental. La inflación aumento 30% y el déficit de su PIB es de 17%. Más del 4% de la población ha abandonado la isla en los últimos dos años. Se anuncia que la energía eléctrica subirá 25% y la gasolina 500%.

Venezuela también es otro ejemplo de lo que produce el Socialismo del Siglo Veintiuno. Una de las reservas petroleras más grandes del mundo y un pueblo sumido en la miseria y el estado policial. Más de 7 millones de sus ciudadanos han emigrado en busca de una vida mejor.

Nicaragua es el segundo país más pobre de las Américas solo superado por Haití. La dictadura de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, lleva 17 años en el poder. Gobiernan con mano de hierro y violencia brutal. Ni los sacerdotes escapan de la persecución, la cárcel o el destierro.

La muerte política de Evo Morales no deja de ser una excelente noticia. Su liderazgo ha hecho mucho daño a Bolivia. Desafortunadamente no se puede descartar que su sed de poder genere nuevos y mayores conflictos. Por ahora una cosa queda clara: la reelección de tiranos no es un derecho humano.

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