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“No tengáis miedo”: El inédito rezo del papa en tiempos de pandemia

“No tengáis miedo”: El inédito rezo del papa en tiempos de pandemia
Foto AFP
La conmovedora ceremonia se convirtió en un rito inédito en el que los fieles católicos fueron testigos desde sus lugares de confinamiento

Por vez primera en la historia milenaria de la Iglesia católica, el papa rezó en solitario en la inmensa plaza vacía de San Pedro, ofreció la bendición y la indulgencia plenaria al mundo, por la pandemia del coronavirus que nos azota.

La conmovedora ceremonia se convirtió en un rito inédito en el que los fieles católicos fueron testigos desde sus lugares de confinamiento, de la bendición del "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo).

"Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente". 

Más de 1.300 millones de católicos recibirán la indulgencia plenaria, es decir, el perdón de sus pecados, en un momento tan difícil, con medidas de confinamiento que afectan a más de 3.000 millones de personas.

La imagen del Santo Padre solo en la imensidad, es un gran sómbolo en el que la fe y la esperanza se enfrentan a una guerra contra un enemigo invisible que ha causado 25.000 muertes hasta ahora.

"La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad".  

Por ahora, el silencio fue ensordecedor, pero en medio de las oraciones y reflexiones, Francisco invitó a los feligreses a animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad.

Reiteró que esta gran crisis es una oportunidad más para cultivar la fe, esperanza y humanidad. 

"Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: No tengáis miedo".

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