
El misterio de por qué no recordamos los sueños: esto pasa en tu cerebro mientras duermes
Mientras dormimos, el cerebro no se apaga, todo lo contrario, su actividad puede ser tan intensa como cuando estamos despiertos. Sin embargo, existe un fenómeno que sigue desconcertando a muchos: ¿por qué olvidamos casi todos los sueños al despertar?
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Uno de los momentos clave del descanso es la llamada fase REM, en la que ocurren la mayoría de los sueños. Se trata de un periodo caracterizado por movimientos oculares rápidos y una intensa actividad cerebral.
Según Deirdre Barrett, investigadora de la Facultad de Medicina de Harvard, durante esta fase se activan las zonas del cerebro encargadas de la memoria a corto plazo. Sin embargo, estas áreas solo pueden retener los recuerdos durante un lapso muy breve: apenas 30 segundos. Si en ese tiempo el cerebro no logra consolidar la información, simplemente la descarta.
Ahora, no todas las personas tienen la misma capacidad de recordar sus sueños, y eso parece estar relacionado con la personalidad. Un estudio de 2017 sugiere que aquellos con mayor “apertura a la experiencia” es decir, quienes disfrutan explorar ideas nuevas o inusuales tienen más probabilidades de recordar lo que sueñan. Además, la imaginación activa y la susceptibilidad a la hipnosis también pueden influir.
Otros factores biológicos también juegan un papel. Por ejemplo, según un metaanálisis de 2008, las mujeres tienden a recordar sueños con más frecuencia que los hombres. En los niños, la memoria de los sueños empieza a desarrollarse a medida que adquieren la capacidad de comunicar lo que sueñan, se estabiliza durante la adolescencia y empieza a decaer lentamente con la edad adulta.
Los estudios de inteligencia artificial aplicada al análisis del sueño están revelando detalles sorprendentes. Modelos computacionales han identificado que cuando un sueño no representa un valor emocional claro o no tiene utilidad funcional, el cerebro lo desecha casi automáticamente. Es decir, el cerebro evalúa el contenido onírico y decide si vale la pena almacenarlo o no.
Los sueños que sí se recuerdan tienden a estar conectados con emociones intensas o con aprendizajes recientes. En esos casos, el cerebro los procesa como si fueran experiencias relevantes que deben archivarse. Esta teoría se alinea con hallazgos de que los altos niveles de ansiedad, estrés o trastornos del sueño pueden afectar la frecuencia y claridad con la que una persona recuerda lo que ha soñado.
¿Se pueden recordar más seguido los sueños?
Sí. Según un artículo publicado por National Geographic, despertarse justo después de soñar y permanecer despierto unos minutos antes de volver a dormir puede aumentar significativamente las probabilidades de recordar ese sueño.
Esto le da tiempo al cerebro para trasladar el contenido onírico desde la memoria de corto plazo a la de largo plazo, un proceso crucial para que el recuerdo no se desvanezca.
En resumen, no recordar los sueños no significa que no existieron, sino que el cerebro como un editor riguroso elige qué guardar y qué borrar, priorizando lo que considera útil, emocionalmente relevante o digno de ser recordado.