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Caminando hacia un sueño

La realidad más dura de la migración: los cientos de personas que mueren en su intento por llegar a EE. UU.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos estima que murieron 853 migrantes en el año 2022 en territorio estadounidense.
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Caminando hacia un sueño

Algunos migrantes mueren por golpes de calor, deshidratación, o de hipotermia en invierno. Pero la mayoría se ahogan intentando cruzar el Río Bravo desde México hacia Estados Unidos.

La patrulla fronteriza estadounidense circula en lanchas rescatando a migrantes a punto de ahogarse. Pero no todos tienen esa suerte. En Eagle Pass, Texas, los oficiales nos relatan una cruda realidad.

“Ahorita lo que estamos viendo es que cada semana hemos recibido básicamente una, dos llamadas de fallecidos, y nos hablan para recuperar los cuerpos”, comenta un uniformado.

Cruces improvisadas se levantan al fondo de un cementerio en Eagle Pass, Texas. Son las tumbas anónimas de migrantes que mueren en la frontera. Dan testimonio del trágico final que puede tener para muchos migrantes el lanzarse a perseguir el 'sueño americano'.

Llevan escrito John o Jane Doe, la fórmula que sirve para nombrar a una persona sin identificación.

Los que logran sobrevivir y tocan suelo estadounidense, a veces se enfrentan a paredes de alambres de púas o contenedores que les impiden continuar tierra adentro.

En la mayoría de los casos, aquellos que consiguen esquivar estos obstáculos se entregan a las autoridades estadounidenses con la esperanza de comenzar un proceso de asilo.

Son recibidos por fuerzas militares que los entregan a la patrulla fronteriza. Les quitan los cordones de los zapatos para asegurarse de que no puedan salir corriendo. También dejan su ropa atrás. Suben a unos buses sin saber bien a dónde van a parar.

“Crucé el río y llegué allá, pues me entregué. Solo me llevaron y me encerraron y no nos preguntaron nada. Nos metieron en la nevera como le dicen, en lo helado. Y pues nos sacaron a las 2 de la mañana, desde las 3 de la tarde hasta las 2 de la mañana. Y no nos dieron ni siquiera cena, ni nada, ni cobija para arropar a los niños”, cuenta una migrante.


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