
¿Vida extraterrestre en un asteroide? El hallazgo de una población de microorganismos generó revuelo entre científicos
El estudio de rocas espaciales es una de las claves para entender el origen del sistema solar y, posiblemente, la vida en la Tierra. Sin embargo, gran parte de ese conocimiento se ha basado en meteoritos que ya han caído a nuestro planeta, y por tanto, están expuestos a contaminación terrestre.
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Para evitar este tipo de interferencias, se lanzaron misiones espaciales como Hayabusa2, de la agencia espacial japonesa JAXA, y OSIRIS-REx, de la NASA. El objetivo: recolectar muestras directamente de asteroides, sin que entren en contacto con la atmósfera terrestre.
En el año que empezaron las investigaciones, la sonda Hayabusa2 logró recolectar con éxito 5.4 gramos de polvo, rocas y pequeños fragmentos del asteroide Ryugu, ubicado a más de 320 millones de kilómetros de la Tierra. Esta cápsula, tras un cuidadoso descenso, aterrizó en el desierto australiano y fue trasladada inmediatamente a un laboratorio especializado en Sagamihara, Japón.
Allí, las muestras fueron tratadas con protocolos extremadamente rigurosos: apertura en salas de vacío, aislamiento con nitrógeno y análisis sin contacto con el aire ambiente. Todo para preservar intacta la pureza del material.
Ryugu es un asteroide carbonáceo, un tipo de roca espacial rica en compuestos orgánicos y considerada uno de los bloques primitivos con los que se formó el sistema solar. De ahí el enorme interés por estudiarlo.
Sin embargo, una reciente publicación del Imperial College de Londres generó un sacudón en la comunidad científica: al analizar las muestras de Ryugu, encontraron una población de microorganismos. Al principio, esto despertó la esperanza de haber encontrado posibles formas de vida extraterrestre.
Pero tras una investigación más profunda, la ilusión se desvaneció. El análisis reveló que las bacterias encontradas eran en realidad contaminantes terrestres, probablemente introducidos durante la manipulación de las muestras en su paso por la Tierra. Así lo confirmó un artículo publicado en la revista Meteoritics and Planetary Science.
El incidente no desestima la importancia de la misión, pero sí pone en evidencia lo difícil que es evitar la contaminación biológica, incluso con los más estrictos protocolos.
No obstante, las muestras recolectadas por la misión OSIRIS-REx de la NASA que recientemente trajo material del asteroide Bennu hasta ahora no han mostrado señales de contaminación, lo cual mantiene vivas las expectativas de descubrimientos más puros y reveladores.
A pesar de este tropiezo, los expertos coinciden en que estas misiones abren un nuevo capítulo en la exploración espacial. El verdadero reto no es solo alcanzar los confines del sistema solar, sino traer de vuelta un fragmento del universo sin alterarlo.