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Lluvia de arena en un planeta nuevo/ Foto Canva
Lluvia de arena en un planeta nuevo/ Foto Canva
Astronomía

No llueve agua sino arena: el telescopio James Webb reveló la existencia de un planeta jamás visto

Gracias al telescopio espacial James Webb, científicos han identificado un planeta a 300 años luz donde caen lluvias de arena. El descubrimiento, sin precedentes, podría cambiar la manera en la que entendemos la formación de mundos más allá del sistema solar.

Investigadores confirman que existe un planeta donde literalmente llueve arena. Este hallazgo sin precedentes fue realizado por un equipo de astrónomos gracias a las observaciones del telescopio espacial James Webb, y publicado en la reconocida revista científica Nature. El descubrimiento no solo sorprende por su rareza, sino porque podría reescribir lo que se sabe sobre la formación de planetas.

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El protagonista de esta historia es YSES-1c, un joven exoplaneta ubicado a unos 300 años luz de la Tierra, dentro de la constelación de Musca. Este cuerpo celeste, junto con su compañero YSES-1b, forma parte de un sistema planetario aún en desarrollo, con tan solo 16,7 millones de años de antigüedad, lo cual los convierte en objetos extremadamente jóvenes en términos astronómicos.

Lo que impactó a los científicos fue la detección de nubes de silicato en su atmósfera, compuestas por partículas muy similares a los granos de arena. Según Evert Nasedkin, astrónomo del Trinity College de Dublín y autor principal del estudio, se trataría de la señal más fuerte jamás observada de este tipo en un exoplaneta. A través de espectroscopía infrarroja, el telescopio James Webb logra captar estos patrones únicos en la luz que emite el planeta.

Pero eso no es todo. Las nubes no solo están hechas de silicato, sino que también podrían contener partículas de hierro, que eventualmente caen desde la atmósfera en forma de lluvia metálica, según sugiere el análisis. Esto ocurre debido a que los planetas jóvenes como YSES-1c tienen atmósferas más expandidas, lo que permite que estas partículas suspendidas absorban más radiación.

El hallazgo abre muchas preguntas sobre cómo se forman los planetas. Kielan Hoch, físico del Space Telescope Science Institute, enfatiza que los planetas de este sistema están tan separados entre sí, que las teorías actuales no pueden explicar cómo se originaron. Y el hecho de que ambos planetas presenten señales de materiales calientes y polvorientos complica aún más el misterio.

Desde el Instituto Nacional de Astrofísica de Italia, la investigadora Valentina D’Orazi destaca que este tipo de descubrimientos apenas comienzan a revelar la verdadera complejidad de los exoplanetas.

“Necesitamos modelos mucho más precisos para interpretar lo que el James Webb está mostrando. Esta es solo la primera ventana hacia una nueva era de exploración de atmósferas planetarias”, aseguró.

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Estudiar planetas jóvenes como los del sistema YSES-1 no solo nos acerca a entender cómo nacen los mundos lejanos, sino que también podría ofrecer pistas sobre el origen de nuestro propio sistema solar. Tal vez, hace millones de años, también llovió arena en la Tierra primitiva. Hoy, gracias a la mirada penetrante del James Webb, el universo revela otra capa de su misterio y apenas estamos comenzando.


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