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Beatrice E. Rangel Mercosur

Porque Milei tiene razón en querer terminar con Mercosur

Lea aquí la última columna de opinión de Beatrice E. Rangel.

Javier Milei, el inesperado vencedor de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en Argentina, ha declarado su intención de deshacerse del Mercosur, organización creada hace más de treinta años por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con la idea de replicar lo que hoy es la Unión Europea.

Tres décadas después la organización luce como una suerte de Fané descangayada que subsiste gracias a la existencia de economías corporativistas operadas por intereses parciales que requieren de un ente supranacional para articularles e impedir la competencia foránea.

En Europa por el contrario, se estableció un espacio económico en el cual circula libremente el capital; el trabajo y la innovación y las empresas compiten para darle mayor satisfacción al consumidor. El ingreso a este espacio por parte de intereses extra regionales está sujeta a regulación para garantizar que se sujeten a las mismas reglas del juego que deben observar las empresas europeas.

Pero en Mercosur lo que existe es un mecanismo de concertación interempresarial para canalizar los intercambios de manera que alimenten el crecimiento de grupos empresariales limitados mientras se constituye en una muralla impenetrable para las empresas de otras regiones del mundo. Es un club de inversores y comercio que restringe el desarrollo; encarece los productos e impide el libre flujo de las innovaciones que aumentan el caudal productivo de una sociedad. En síntesis: una barrera para el desarrollo si definimos desarrollo como el proceso mediante el cual todos los miembros de la sociedad participan y se benefician de la creación de riqueza.

De allí que no sea extraño que la acreditada publicación The Economist haya indicado con ocasión del aniversario “…el 26 de marzo, cuando los actuales presidentes del grupo celebren el 30 aniversario del Mercosur, no habrá mucho que celebrar más allá de su mera supervivencia. Una primera década de rápido progreso en la integración fue seguida por dos más de retroceso y proteccionismo. El comercio dentro del bloque alcanzó su punto máximo como proporción del comercio total de sus miembros, con un 25 por ciento en 1997.

Hoy esa cifra es solo del 14%. Es cierto que el comercio general de los Miembros se ha expandido enormemente, pero la mayor parte de ese crecimiento se ha producido en la exportación de productos básicos a Asia.”

Peor aún, si el molde era la Unión Europea, la copia no ha salido bien del todo ya que hoy el PIB de esa entidad asciende a US $17.4 mil millones mientras que el de MercoSur es US $5.1 mil millones.

La búsqueda hacia la integración económica en América Latina se remonta a 1826 cuando Simón Bolívar llamó a las naciones latinas recién creadas a formar una Unión Panamericana, desde México hasta la Patagonia.

Pero este ideal será difícil de lograr mientras las naciones de América Latina no se deshagan de los intereses parciales que desde la colonia tienen secuestrada la actividad económica no habrá posibilidad de desarrollo. Y este camino comienza por deshacer los organismos de integración como la ALADI, Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones que solo han servido para regionalizar los defectos de las economías nacionales, diseminar prácticas corporativistas y proteccionistas e impedir el desarrollo de vínculos con los eslabones superiores de la cadena de valor internacional.


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