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Juan Falkonerth, columnista. Gobierno Petro

¿Ambientando una constituyente en Colombia?

El mensaje no puede ser más claro: las reformas deben tramitarse y aprobarse tal cual fueron concebidas por el Gobierno nacional.

La dificultad en el trámite legislativo de las principales reformas del presidente Gustavo Petro, que cursan en el congreso de la república, denotan que esta corporación cada vez le camina menos a sus procesos de cambio profundo, basta con observar las discusiones en materia laboral, pensional y de salud, entre otras, las cuales atraviesan un duro camino en sus respectivas comisiones constitucionales y que podrían terminar sufriendo importantes modificaciones, incluso, repetir la misma suerte de la fallida reforma política, que fue retirada ante su inminente hundimiento, constituyéndose en la primera gran derrota de su mandato.

Y es que esta situación se presenta por la posición rígida del gobierno nacional, para escuchar e introducir las observaciones y sugerencias que producto de las mesas de concertación, surgieron con varios sectores políticos, económicos y sociales, para ser incluidas en los textos de las reformas que finalmente fueron radicadas en el Congreso, sin ser tenidas en cuenta. Esto denota la poca vocación democrática del presidente Petro para incluir elementos técnicos que son propuestos desde orillas ideológicas diferentes a la suya.

El mensaje no puede ser más claro: las reformas deben tramitarse y aprobarse tal cual fueron concebidas por el Gobierno nacional.

Ante esta situación, se desató una fuerte crisis política, la cual terminó con un remezón ministerial que se tradujo en la salida de 7 de sus ministros, de los 3 que ya habían sido retirados de sus carteras con anterioridad, es decir, que en menos de 8 meses ya había cambiado más del 50% de su gabinete. Esta movida se hizo con la firme intención de presionar a los partidos políticos y quitarles representatividad en el Gobierno hasta tanto no le votaran a favor sus reformas. ¡Acabo con la coalición de Gobierno!

Desde ese momento se ha escuchado con mayor intensidad por parte del presidente Petro y de sectores afines a su gobierno, la idea de convocar marchas para que la gente defienda y respalde sus principales reformas, ante un eventual revés de estas en el Legislativo. Lo más preocupante de todo, es la intención del primer mandatario de desconocer esta corporación que, por demás, es el mayor órgano deliberativo, representativo y de control político, para llevar las discusiones a las calles.

Comienza a ambientarse una idea para convocar una asamblea nacional constituyente en el país.

Y es que llevar el debate a las calles más que populista es peligroso, primero porque la complejidad de los temas requiere de tecnicismo y rigor legislativo, segundo porque desconocer al Congreso de la República es una ruptura del orden institucional que pone en riesgo la democracia en el país.

En este punto, los sectores más radicales del petrismo, como el del pastor Alfredo Saade, comienzan a tener mayor eco con la idea de cerrar el Congreso y convocar una constituyente, también están las voces de los senadores como Iván Cepeda y Piedad Córdoba, entre muchos otros. Posiciones complacientes, reprochables y peligrosas para Colombia.

El hecho más reciente tuvo lugar en el denominado “balconazo”, donde el presidente Petro pronunció un discurso mucho más desafiante, refiriéndose a una revolución si sus reformas no se materializaban, con lo cual, alertó a múltiples sectores políticos que de inmediato rechazaron estas amenazas. Es un presidente que insiste en polarizar e irrespetar a las instituciones democráticas de Colombia.

Los efectos de una constituyente “sastre”, hecha a la medida del gobierno de turno para cumplir su vocación reformista e incluso, prolongar su periodo en el poder, atentan contra el orden institucional y la protección de derechos, basta con observar la tragedia que se vive hoy en Venezuela. Pero acá insisten en seguir comportándose como activistas y atajar las instituciones bajo el lema de que el “cambio” es irreversible.

En este periodo de la historia urge que en Colombia todos defendamos las instituciones, mantengamos la legalidad y hagamos respetar el orden constitucional, vienen tiempos difíciles para el país y se demanda por nuevos liderazgos. Están en riesgo más de 200 años de vida republicana y una de las democracias más estables del mundo.

Nota 1: en la madrugada del viernes nos levantamos con la aprobación en el Congreso, de un Plan Nacional de Desarrollo muy cuestionado en su trámite y por su falta de debate.

Nota 2: el presidente Gustavo Petro, desde España, volvió a agredir el orden constitucional, al afirmar que como jefe de Estado es, por tanto, jefe del fiscal general de la nación, lo cual, es un exabrupto y no obedece a verdad.


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