
América Latina ante el reto de las regulaciones climáticas: ¿Amenaza o ventaja competitiva?
Las nuevas regulaciones climáticas están transformando el comercio internacional y plantean un desafío significativo para América Latina. Normativas como el Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM) y el Reglamento de Deforestación (EUDR) de la Unión Europea, junto con iniciativas similares en Estados Unidos y el Reino Unido, exigen mayores compromisos ambientales a los países exportadores. En una región donde la economía depende en gran medida de la agricultura, la minería y la industria, estas medidas podrían traducirse en barreras comerciales, aumento de costos y una reducción de la competitividad.
Sin embargo, con una estrategia adecuada basada en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) del Acuerdo de París, estas regulaciones podrían convertirse en una oportunidad para acceder a financiamiento climático y fortalecer la posición de la región en los mercados internacionales.
CBAM y el reto de la tarificación del carbono
El CBAM impone un costo al carbono en productos como acero, cemento y fertilizantes, obligando a los exportadores a pagar un impuesto si su país no cuenta con un mecanismo de tarificación del carbono equivalente. Aunque la Unión Europea sostiene que esta medida busca evitar la "fuga de carbono", en la práctica podría afectar negativamente a las industrias latinoamericanas que aún no tienen estrategias claras de descarbonización.
Para mitigar este impacto, los países de la región pueden adoptar diversas soluciones. La implementación de impuestos al carbono o sistemas de comercio de emisiones (ETS) ayudaría a alinear sus economías con el CBAM. Además, podrían aprovechar el Artículo 6 del Acuerdo de París para desarrollar proyectos de compensación de carbono y canalizar financiamiento hacia procesos de manufactura más sostenibles.
Algunos países ya han tomado medidas en esta dirección. Chile y Colombia han establecido impuestos al carbono, colocándose en una mejor posición para enfrentar el CBAM. En cambio, Brasil y Argentina podrían enfrentar costos adicionales si no implementan políticas similares. México, por su parte, cuenta con un impuesto al carbono desde 2014 y ha desarrollado un mercado de carbono piloto, lo que podría facilitar su adaptación a estas regulaciones.
Una estrategia regional podría incluir la negociación con la UE para el reconocimiento de créditos de carbono de alta calidad y la transición a energías renovables como mecanismos de cumplimiento del CBAM.
Reglamento de Deforestación y el futuro de la agricultura
El EUDR impone restricciones a la importación de productos agrícolas como soja, carne y café, exigiendo que se demuestre su origen libre de deforestación. En América Latina, donde muchas exportaciones provienen de pequeños productores con recursos limitados, esta normativa representa un desafío significativo.
Para abordar este reto, es clave integrar compromisos de deforestación cero en las NDCs y fortalecer los sistemas de trazabilidad y certificación agrícola para verificar el origen sostenible de los productos. Asimismo, facilitar el acceso a financiamiento mediante fondos climáticos es crucial para apoyar a los pequeños productores en la transición hacia prácticas sostenibles.
Algunos países ya han avanzado en esta dirección. El Plan de Agricultura de Bajo Carbono de Brasil y los Pagos por Servicios Ambientales de Costa Rica son ejemplos de cómo la sostenibilidad puede combinarse con la productividad. En México, iniciativas como la certificación del café bajo estándares de sostenibilidad han permitido a productores acceder a mercados europeos con mayor valor agregado.
Además, América Latina tiene la oportunidad de desarrollar programas nacionales de certificación alineados con los estándares de la UE y EE.UU., permitiendo diferenciarse como líder en agricultura sostenible.
Financiamiento climático: clave para la competitividad
Las NDCs pueden convertirse en una herramienta clave para atraer inversión y cumplir con las regulaciones climáticas. Para ello, es fundamental acceder a fondos internacionales como el Fondo Verde para el Clima y el Banco Mundial, permitiendo financiar proyectos sostenibles.
Otra estrategia efectiva es la implementación de un modelo de financiamiento mixto, que combine recursos públicos y privados para facilitar la transición hacia una economía más sostenible. Además, negociar incentivos comerciales vinculados a metas climáticas podría generar oportunidades económicas y fortalecer la competitividad de la región en el mercado global.
Un ejemplo claro de cómo la acción climática puede impulsar el desarrollo económico es la conservación del Amazonas, financiada por Noruega y Alemania. Este esfuerzo no solo protege la biodiversidad, sino que también mejora la posición comercial de la región.
Diplomacia climática y cooperación regional
Para mitigar los impactos desproporcionados de regulaciones como el CBAM y el EUDR, América Latina debe fortalecer su presencia en la diplomacia climática global y fomentar una cooperación regional efectiva. Un modelo a seguir es la estrategia de Corea del Sur y Japón, que han trabajado en conjunto para minimizar los efectos comerciales de estas regulaciones y promover industrias más sostenibles.
Si la región adopta una estrategia proactiva y bien estructurada, podrá posicionarse como un líder en comercio sostenible y garantizar un crecimiento económico alineado con los compromisos climáticos internacionales.