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Océanos

Colombia frente al desafío de proteger sus mares: alerta por contaminación y pérdida de ecosistemas

El aumento de la temperatura del mar, la contaminación por plásticos y microplásticos, la destrucción de ecosistemas estratégicos y la acidificación de las aguas son síntomas de un deterioro acelerado que amenaza la biodiversidad marina y la seguridad alimentaria de millones de personas. En este contexto, Colombia, como país bioceánico enfrenta una responsabilidad clave: cuidar y restaurar sus mares.

Desde la Dirección General Marítima, el almirante John Fabio Giraldo advierte que el país vive una situación crítica en sus ecosistemas costeros. “La contaminación por microplásticos, la descarga de residuos desde tierra y mar, la introducción de especies invasoras y la pérdida de manglares, arrecifes y pastos marinos son problemas que se agravan con el cambio climático”, afirma.

La combinación de estos factores, junto con el aumento del nivel del mar y la acidificación oceánica, está afectando gravemente el equilibrio marino y las comunidades que dependen de él.

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Colombia ha comenzado a responder desde diferentes frentes, uno de los pilares ha sido el fortalecimiento de la investigación científica a través de los Centros de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas. Gracias a estos, se han desarrollado estudios clave en zonas sensibles como el arrecife de Varadero, en la bahía de Cartagena, y en la reserva de la biosfera SeaFlower, en el archipiélago de San Andrés y Providencia.

“Hemos levantado datos de alta precisión sobre temperatura, salinidad, PH, corrientes, radiación solar, turbidez y niveles de nutrientes que nos permiten entender la salud de estos ecosistemas y su capacidad de recuperación”, señala Giraldo.

Estos análisis no solo sirven como línea base para monitorear el estado actual del mar Caribe colombiano, sino que permiten diseñar planes de manejo y restauración más efectivos.

Pero más allá de la ciencia, el problema de la contaminación, especialmente por plásticos, se mantiene como una amenaza visible y cotidiana. En ciudades como Cartagena y Santa Marta, más del 80% de los residuos recolectados en las playas corresponden a plásticos de un solo uso: botellas, bolsas, pitillos, empaques.

“El plástico es el residuo más común que llega a nuestras costas. Proviene de nuestras propias malas prácticas urbanas, del turismo desordenado y del vertimiento en ríos y quebradas que desembocan en el mar”, advierte el director de Dimar.


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