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Iglesias bajo tierra: una de las asombrosas construcciones que perduran con el paso del tiempo se encuentra en Colombia

Catedral de Sal - AFP
Catedral de Sal - AFP
Entre este tipo de estructuras que desafiaron la historia y el tiempo, se encuentra la Catedral de Sal en el municipio de Zipaquirá en Colombia.

No están a la vista, pero existen. En distintos puntos del mundo, los templos se levantan hacia el cielo, pero en otros, miran a las profundidades. Algunas de las más famosas se ubican en Colombia y Etiopía. Estas son algunas de las más famosas iglesias construidas bajo tierra.

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Entre este tipo de estructuras que desafiaron la historia y el tiempo, se encuentra la Catedral de Sal en el municipio de Zipaquirá, ubicada a 180 metros de profundidad en una mina activa en Colombia.

Aunque fue inaugurada oficialmente el 7 de octubre de 1950, su origen proviene de mucho antes. A inicios de 1930, cuando se extraía la sal en ese lugar, los mineros más devotos construyeron una pequeña capilla dentro de los túneles para orar antes de sus jornadas laborales. Años después, el lugar se transformó en una verdadera obra de arte subterránea, construida por más de 100 escultores y artesanos.

La actual versión de la catedral fue inaugurada en 1995, después de la clausura de la anterior por razones de seguridad. Su estructura central cuenta con 73 metros de largo, 16 metros de alto y 10 metros de ancho; está sostenida por columnas que simbolizan a los cuatro evangelistas, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan: pilares de la fe cristiana. En el centro se alza una de las cruces talladas en roca más grandes del mundo, que se ha convertido en el símbolo del lugar.

Pero la devoción subterránea sobrepasa a América Latina. Al otro lado del mundo, en Etiopía, se encuentra otro de los grandes tesoros religiosos bajo tierra: las 11 iglesias monolíticas de Lalibela, talladas en roca durante el siglo XIII.

Se cree que fueron construidas por orden del rey Lalibela, quien, según una leyenda local, recibió ayuda divina de once ángeles que completaron las 11 iglesias en una sola noche. Estos templos fueron esculpidos desde arriba hacia abajo, directamente en el terreno volcánico de la región.

Las iglesias alcanzan profundidades de hasta 50 metros; están conectadas entre sí por túneles, pasajes secretos y fosos simbólicos que representan el camino del alma hacia la salvación. Entre las más destacadas se encuentran Bet Medhane Alem, considerada la iglesia monolítica más grande del mundo, y Bet Giyorgis, famosa por su forma de cruz griega perfecta. Estas iglesias han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y continúa siendo un lugar de peregrinación para los cristianos ortodoxos etíopes.

A pesar de las dificultades económicas y sociales que ha enfrentado Etiopía a lo largo de los años, la fe de su pueblo ha perdurado, esculpida en piedra, imperturbable.

Tanto la Catedral de Sal como las iglesias de Lalibela representan la unión entre lo espiritual y lo material. Son espacios sagrados donde la arquitectura se convierte en oración y el arte en testimonio de fe que, en lugar de mirar al cielo, decidió refugiarse en las profundidades de la tierra.

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