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Nicolás Maduro

21 años del 11 de abril: El chavismo dividido entre millonarios poderosos y marginados idealistas

Nicolás Maduro y ministros
Nicolás Maduro y ministros. Foto: AFP
Hoy el chavismo luce fracturado entre los que se dicen traicionados por un nuevo perfil de gobernanza.

Se cumplen 21 años del fatídico 11 de abril del 2002, cuando una masa de gente decidida a pedir la renuncia del presidente fallecido Hugo Chávez, marchó hasta Miraflores en medio de un paro laboral en la estatal Pdvsa, también con el propósito de forzar la salida del tirano.

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En redes sociales los venezolanos hicieron tendencia el tema recordando el día que al menos la mitad del país se ilusionó con el fin de la “revolución bolivariana”, en un clima turbio por el trago amargo que dejaba la emboscada de los círculos bolivarianos disparando contra la marcha para proteger a su líder.

Hubo 19 fallecidos registrados oficialmente, pero la Comisión de la Verdad que se instaló después se diluyó en promesas y demagogia. Chávez volvió y la oposición de entonces, en su mayoría en el exilio, sigue repasando en los errores cometidos.

Entretanto el chavismo celebra cómo Chávez retomó el poder, ayudado por su ministro de Defensa, Raúl Isaías Baduel, que dijo actuar bajo la conciencia y el mandato institucional frente a un evidente golpe de Estado.

Hoy no están ni Chávez ni Baduel. Éste último marcó diferencia con el presidente unos años más tarde y fue perseguido y apresado hasta la muerte.

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Los chavistas celebran sin Chávez, consumido en un cáncer que se trató en Cuba, a donde viajó dejando la orden, en cadena nacional, de que si algo le pasara votaran por su entonces canciller Nicolás Maduro.

Aquel mensaje profético se cumplió y Maduro gobierna con mano de hierro el país, manteniendo la falta de libertades, la persecución de opositores y la miseria que inició su predecesor.

Hoy del chavismo originario queda muy poco.

Maduro intenta tener definición propia llevándose por delante a todo aquel que le haga sombra. En este contexto se vive la mayor ola de detenciones por corrupción que se haya visto en el país, con medio centenar de arrestos, y un número similar de órdenes de captura.

El más relevante de todos los acusados es Tareck El Aissami, de quien nada se sabe desde que puso su cargo a la orden acusado de encabezar el grupo que desfalcó Pdvsa en operaciones que gerenciaban sus cómplices a través de las criptomonedas para evitar rastros y esquivar las sanciones de Estados Unidos.

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El Aissami llegó al poder de la mano de la familia Chávez, a los que conoció cuando era un furibundo dirigente estudiantil de izquierda en la Universidad de los Andes. Hugo Chávez lo llevó a todos los cargos relevantes que ocupó y Maduro continuó esta práctica, hasta su renuncia al ministerio del Petróleo en marzo de este año.

Hoy el chavismo luce fracturado entre los que se dicen traicionados por un nuevo perfil de gobernanza y aquellos que han logrado amasar fortuna en una Venezuela miserable, de poca confianza inversionista, nula libertad política y migración sin precedentes.


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